🤵📉 Ética en Crisis: El Magistrado que Vendió la Imparcialidad
LA DEBACLE INSTITUCIONAL
Desde la máxima tribuna del Poder Judicial de Morelos, la gestión de Luis Jorge Gamboa Olea se caracterizó por sembrar una crisis profunda en el pleno del tribunal, un hecho sin precedentes que fracturó la gobernabilidad interna y, lo que es más grave, entorpeció activamente el acceso a la justicia para la ciudadanía. Esta debacle operativa ocurrió bajo el manto de una administración financiera opaca, donde la manejó más de 900 millones de pesos en 2024 y pidió más de mil millones para 2025, levantando serias dudas sobre la prioridad de sus objetivos: ¿servir a la justicia o servirse a sí mismo?
LA CORROSIÓN DE LA ÉTICA JUDICIAL
El cargo de magistrado exige una integridad a toda prueba, principio que Gamboa Olea vulneró de manera sistemática. Los señalamientos de venta de sentencias convierten la imparcialidad, pilar de la justicia, en una mercancía. Los escándalos de acoso sexual desde su posición de poder envenenan el ambiente laboral y socavan la dignidad de las personas. Y la acusación de un doctorado falso no es una falta menor; es una falta de honorabilidad que mancha la credibilidad de toda la institución que representaba. Esta triada de faltas éticas graves configura una de las peores crisis de confianza que ha vivido el Tribunal de Morelos.
UN LEGADO DE DESCRÉDITO Y LA HUIDA HACIA ADELANTE
El legado de Gamboa Olea es el de un Poder Judicial debilitado, desprestigiado y sumido en la desconfianza. Hoy, su intento de alcanzar la Fiscalía General del Estado es percibido por la comunidad jurídica como una "huida hacia adelante", una maniobra para obtener un fuero constitucional que lo proteja de las consecuencias de sus actos. Le urge este blindaje, pues una auditoría detallada de su gestión o el avance de las investigaciones por los contratos de paneles solares, obras varias, adquisición de material para el TSJ o bien simplemente el escándalo de la Universidad que lo doctoro, podrían ser su sentencia. Sus alianzas con Blanco y Salazar ya no son suficientes, y ante el inminente colapso de su impunidad, la opción de abandonar el país surge como el epílogo esperado para una carrera construida sobre la ruina institucional.

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